El proyecto de Ficha Limpia fue presentado por el PRO. Y aunque contó con el respaldo total de los legisladores de La Libertad Avanza, no logró los votos necesarios. ¿Entonces? ¿Dónde estuvo el problema? Si Milei apoyó, como sostiene, ¿por qué no se aprobó?
Esta semana, la política nacional nos dejó un tema que reaviva internas y pone al descubierto tensiones ya conocidas: la no aprobación del proyecto de Ficha Limpia. Un proyecto que, en principio, nadie podría objetar. ¿Quién estaría de acuerdo con que personas condenadas judicialmente puedan ser candidatos a cargos públicos? Sin embargo, más allá del sentido común, lo que ocurrió en el recinto legislativo fue otra cosa.
Detrás del rechazo, se revela una batalla más profunda: la interna entre el PRO y La Libertad Avanza. Una disputa que no es nueva, pero que esta vez tuvo una consecuencia concreta. Semanas atrás, Mauricio Macri no ocultó su molestia, acusando a Javier Milei de «comprar» dirigentes del PRO, como Patricia Bullrich, Caputo, y otros que migraron hacia las filas libertarias. La polémica escaló: Milei le respondió que «muestre la factura».
Pero más allá de los cruces mediáticos, lo cierto es que el proyecto de Ficha Limpia fue presentado por el PRO. Y aunque contó con el respaldo total de los legisladores de La Libertad Avanza, no logró los votos necesarios. ¿Entonces? ¿Dónde estuvo el problema? Si Milei apoyó, como sostiene, ¿por qué no se aprobó?
La respuesta parece estar en el aislamiento progresivo del PRO. Un espacio que, por momentos, parece haber perdido capacidad de articulación, incluso con sectores con los que antes compartía agenda. Mientras Milei logra respaldo a sus propios proyectos, al PRO no le devuelven el gesto.
En este escenario, más que una derrota legislativa, lo ocurrido con Ficha Limpia es una señal política clara: el PRO está perdiendo influencia. Y esta vez, sin margen para echarle la culpa a otros.