La ciudad de Xian, en China, prueba una chimenea de 60 metros de altura capaz de aspirar el aire contaminado, filtrarlo y devolverlo más limpio a la atmósfera.
El mecanismo fue instalado en enero y logró reducir entre un 10% y un 19% la tasa de partículas finas en un radio de 10 kilómetros cuadrados, según los creadores de la idea anunciaron la semana pasada. Como comparación, esta área es similar al del barrio de Lapa, en São Paulo.
Con un costo estimado en US $ 2 millones (cerca de R $ 6,8 millones), el artefacto tiene capacidad para tratar entre 5 y 16 millones de metros cúbicos de aire por día, contó Cao Junji, líder del proyecto, a la AFP.
El tubo de hormigón tiene un techo de cristal, que cuando se calienta por el sol, calienta el aire. Caliente, el elemento sube y pasa por filtros antes de salir por la cima. Este efecto tira del aire de la parte inferior, en el nivel del suelo, dentro de la torre.
El equipo costó dos millones de dólares (Fred Dufour / AFP)
Sin embargo, para obtener efectos consistentes en las grandes ciudades, sería necesario separar una gran cantidad de esas estructuras o hacerlas aún mayores. Y las ciudades no son como una caja cerrada: hay intercambio de aire con todas las direcciones, todo el tiempo, lo que hace su limpieza aún más compleja.
La estructura tampoco es capaz de filtrar todos los contaminantes, y se concentra en las micropartículas, elementos que dan la apariencia de aire sucio al horizonte.
Otros lugares del mundo también intentaron soluciones curiosas para limpiar el aire. En 2016, Londres probó una tinta capaz de neutralizar óxidos de nitrógeno, uno de los principales contaminantes urbanos.
Sin embargo, la dinámica de los vientos hace que sólo una pequeña parte de él llegue a tocar las paredes. Así, la conclusión del gobierno británico fue que incluso si grandes áreas de la ciudad fueran cubiertas con la tinta, el efecto de limpieza sería ínfimo.
Xian tiene cerca de 9 millones de habitantes (Fred Dupour / AFP)
Aunque todavía poseen ciudades implicadas por el aire gris, China logró reducir en un 32% sus niveles de contaminación en cuatro años.