Al cumplirse un nuevo aniversario de su natalicio, la escritora Nora Viera nos trae este artículo sobre su amigo, Mario Escalante, nacido el 23 de Noviembre de 1930, vida y obra de un vecino adoptado por San Javier, con mucha injerencia en la escritura de artículos periodísticos, además de contribuir con la cultura local.
Dicen por ahí, que nuestra vida es como un viaje en tren, donde nos acompañan muchas personas. Algunas, solo circunstancialmente; otras solo de vista y otras se transforman en parte importante de nuestro viaje. Con éstas últimas, desarrollamos vínculos de afecto, respeto y compañerismo, que sin dudas, cuando se bajan de ese tren, dejan una marca, una huella, que nos acompaña durante el resto del camino.
En mi vida, una de estas personas, fue Don Mario Escalante. Lo conocí, cuando obtuve mi primer trabajo, en la Asociación Mutual del Personal de la Cooperativa Azucarera (A.M.PE, C,A.), aquí en San Javier, de la cual había sido uno de los fundadores y, en ese momento, se desenvolvía como gerente de la mutual.
Don Mario era una persona de carácter afable, amistoso, dispuesto siempre a orientarnos en la tarea. Muy locuaz y de charlas sumamente interesantes, enriquecidas por un histrionismo natural y todo esto, sumado a su experiencia de vida de la cual rescataba constantemente, muchas anécdotas que ilustraban su pasado.
Nos hablaba de sus primeros años en la provincia de Santa Fe, de su experiencia cercana a los aborígenes, de quienes aprendió el idioma guaraní y cómo era la correcta pronunciación de algunas palabras. Cuando llegó a Misiones, ya había constituido su familia con Gregoria Ledesma “la Morocha” y sus cuatro hijos: María Eugenia, Amalia, Mario y Roberto Ariel.
Estando por estos lares, Don Escalante conoció e hizo amistad con el poeta, escritor, periodista e historiador de San Javier, Don Salvador Lentini Fraga, a quien siempre recordaba y con quien había sido colaborador en muchos trabajos periodísticos. Gracias a don Mario, tomé contacto con la historia y vida del reconocido poeta ya que teníamos en común el gusto por la literatura.
Don Escalante era un espíritu inquieto, un soñador. Siempre traía entre manos, algún proyecto… Ya fuera una guía telefónica para San Javier, la redacción de algún diario que reflejara las vivencias del pueblo. Le gustaba escribir y lo hacía muy bien. Fue colaborador en la revista “Mbarigüí” y más tarde, con mucho esfuerzo, creó y redactó su propio diario, al que denominó “El Turú”. En alguna oportunidad, pude colaborar con él, en la redacción de una reseña sobre la historia de Leandro N. Alem. Él trabajaba mucho en esas ideas, y era incansable en su propósito de contar sobre San Javier y las zonas más cercanas. Siempre admiré su dedicación y ese incesante caminar detrás de sus sueños. Tenía una voluntad digna de destacar, y aunque no siempre las cosas salían bien, Don Mario seguía hacia adelante.
Debo reconocer que de él aprendí muchas cosas, no solo en lo laboral, sino también en la vida. Era un buen consejero y siempre lo hacía con respeto. Me incentivaba a escribir y a contar historias. Compartimos muchas horas de trabajo entre charlas y risas con María Ether, Elvira y César, compañeros de trabajo de aquel momento y amigos en la vida.
Pero un día, Don Mario se bajó de ese tren, como nos sucederá a todos, irremediablemente. Nos dejó su recuerdo y la añoranza de una charla y un mate más. Por eso, hoy, 23 de noviembre, día en que cumpliría años, me parece justo recordarlo. Pienso que donde esté, andará con algún sueño por cumplir, algún proyecto lindo para realizar, alguna búsqueda…pero siempre con buen humor, con alegría y esperanza, porque así era él.
Escrito para su familia, desde el respeto y el afecto. Nora G. Viera
Fotos: familia Escalante