La movilización impulsada por el párroco de la iglesia local, Jesús Olmedo, incluyó la suspensión de clases previa autorización del Ministerio de Educación jujeño. El intento por hacer gráfico lo que está sucediendo con los niños en el mundo, llevó a que entre las crucifixiones simbólicas hubiera una de un adolescente y otra de un niño.
El pequeño pasó tres horas atado a una cruz y comenzó a llorar, lo que llevó a que el cura describiera la situación: «Me están diciendo que el niño está derramando lágrimas de dolor y me preguntan si lo puedo bajar». (Fuente minuto uno)