El anuncio de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea plantea desafíos y oportunidades para el sector agroalimentario argentino. Algunos productos, como el vino o el aceite de oliva, pueden verse amenazados por la entrada de competidores europeos muy bien posicionados debido a la fortaleza de sus marcas y denominaciones de origen. Sin embargo, para la yerba mate este tratado representa una gran oportunidad. Los productores misioneros podrán alcanzar, sin barreras arancelarias, nuevos mercados con una amplia capacidad de expansión no sólo geográfica sino de productos (recientes investigaciones exploran la utilidad de la yerba mate en industrias tan diversas de la alimentaria como la cosmética y la farmacéutica). Para conquistar estos nuevos mercados los productores misioneros tienen dos armas fundamentales: sus marcas comerciales y la indicación geográfica “Yerba Mate Argentina“. Estas herramientas de propiedad intelectual le permitirán  al exportador diferenciar su producto de dos formas. La marca distinguirá sus productos de los productos de la competencia y la indicación geográfica distinguirá la yerba mate argentina de aquella producida en Paraguay o Brasil. Mientras que la marca comercial es propiedad de su titular y debe estar registrada en cada uno de los países en los que opera, la indicación geográfica puede, y debe, ser utilizada por todos los productores de yerba mate de la zona protegida (Misiones y franja noreste de Corrientes). La indicación geográfica Yerba Mate Argentina está reconocida por Resolución N° 13/2016 del Ministerio de Agroindustria de la Nación y como tal está protegida por acuerdos internacionales (art. 22 a 24 del ADPIC). La diferencia entre la indicación geográfica protegida y una mera indicación de procedencia como puede ser “Industria Argentina“ o “Hecho en Argentina“ es que la indicación geográfica tiene un componente reputacional vinculado estrechamente al territorio donde se produce el alimento en cuestión e involucra aspectos tales como el suelo, el clima, la forma de recolección o transformación, los saberes tradicionales, etc. de modo que ese producto es único y sólo puede ser elaborado en ese territorio. Las indicaciones geográficas son más o menos fuertes dependiendo, esencialmente, del colectivo humano que las proteja. En Francia, Italia o España, hablar de Champagne, de Jamón de Parma o Aceite de Oliva de la Sierra de Cádiz, es una cosa muy seria. Toda imitación o uso que pueda llevar a confusión está severamente sancionado por las leyes de propiedad intelectual y competencia desleal. Para lograr una indicación geográfica fuerte es fundamental la acción colectiva de todos los actores del ecosistema. Medidas de promoción, difusión y uso obligatorio de la etiqueta en todos los productos amparados por la indicación geográfica (tal como lo exige el art. 5 de la Resolución 13/2016) son los primeros pasos para agregar valor a la yerba argentina. La indicación geográfica constituye un sello de calidad vinculado al origen que puede reportar en el futuro no sólo mayores ventas sino un diferencial de precio basado justamente en la diferenciación de la yerba mate argentina, de aquella originada en Brasil o Paraguay o incluso en otros países más lejanos (ya existen experimentos para replicar la planta de yerba mate en Kenia). Por esto, cuanto antes comencemos a proteger nuestra indicación geográfica utilizando todas las herramientas de propiedad intelectual que el sistema jurídico nacional e internacional nos brinda, más adelantados estaremos en esta carrera.

(María H. Pretto)